Cine y sexualidad (parteII)



Cine y sexualidad (parteII)
por el Lic. Andrés Moltedo Perfetti
Greta Garbo, en Mata Hari, escena censurada1930-1939:
Esta década posee marcadamente dos momentos, antes y después del 33. Los primeros años, hasta 1933, se trata de la culminación de los excesos de los años veinte, un período en donde se observa el mayor libertinaje sexual en la historia hasta ese momento. Este cambio de visión de la sexualidad y de los roles masculinos y femeninos se debió a la utilización de un código de censura.
En la primera parte de esta década (hasta 1933) el rol femenino aumentó su protagonismo, la mujer común había ido acercándose cada vez más a la vampiresa, sin embargo, aquí nos encontramos con una mujer que no sería amada, sino que idolatrada e incluso temida por los hombres, los que mansos y sumisos se deberían arrodillar y sacrificar en la adoración de la diosa. Es sin duda, la manifestación del ideal onírico de los hombres de esa época, una suerte de amor masoquista por una mujer inalcanzable (recuerdos del complejo de Edipo, para algunos), que despliega todas sus dotes discreta o sádicamente. El primer ejemplo de esta nueva visión está en Brigitte Helm, descrita como hermosa, fría y fatal.
Más mundana que el modelo femenino de la diosa, es Mae West la figura femenina más sexy de todas. Aunque poco agraciada físicamente y algo mayor de edad, ella representaba a la mujer a la que no le importaba lo que se dijera de ella, y es más, hablaba públicamente de lo prohibido… la sexualidad. Sin dudas, este modelo femenino tampoco estaba enfocado hacia las mujeres, encarnaba a "la otra" de los hombres, a aquella que no pediría compromisos, aquella con la que se podía debutar y obtener experiencia para luego casarse. De esa manera, esta protagonista insaciable irremediablemente debía quedarse sola e incomprendida (aunque con el agradecimiento de los varones). Representaba sin dudas, las fantasías ocultas, o no expresadas, de las mujeres por tratar a los hombres de la misma manera como éstos las habían tratado. Ella era, a fin de cuentas, un hombre (en actitudes, comportamientos, expresiones, vida, etc.) en un cuerpo de mujer, por lo que podía hacer lo que éstas no podían. En "La incomparable", la vemos utilizar un resquicio a las prohibiciones a las que fue sujeta (como no poder besar en la pantalla), la ironía. De esa manera podía hablar de sexo y no hablarlo, ocultándolo. Para ella, los hombres (incluyendo galanes de la talla de Cary Grant) son piezas que esta mujer mueve a su antojo en el tablero de la vida.
Un elemento a destacar es el hecho de que salvo excepciones, los modelos femeninos de esta época no son mujeres hermosas físicamente, sino que son mujeres con cierta actitud.
El cuerpo desnudo de la mujer era un tesoro por descubrir, que debía exponerse solamente en la intimidad y ante el amado (incluso a veces ni siquiera ante este), no era adecuado mostrarlo al desnudo. Si la década de los veinte fue la época de los baños en tina, la década de los treinta fue la de la lencería, los directores buscaban cualquier excusa para que las heroínas se sacaran la ropa. Observamos a una joven Bette Davis decirle a Richard Barthelmess en "Cabin in the Cotton" una célebre frase: "espérame aquí mientras voy a ponerme algo más cómodo" y lógicamente, aparece vestida con ropa interior.
El modelo femenino recatado, puro, virgen y bondadoso, continúa presente (como lo ha hecho hasta nuestros días), es el más representativo de lo que en la realidad se daba y ante este modelo, brillaban los hombres. El modelo masculino de este momento era el del tahúr, el vividor, el aventurero, el hombre macho recio, no agraciado físicamente. Esta interacción entre el vividor y la mujer común, junto con la lencería, se ve en lo que ocurre entre Carole Lombard y Clark Gable, en la única película que hicieron juntos: "No man of her own", donde ella es la única mujer que no cae rendida ante los encantos de Gable en un fin de semana. En la escena culmine él va a la cabaña de ella y al encontrarla en ropa interior no hay solución posible… tiran al cara y sello una suerte bastante peculiar: o ella se rinde ante él o se casan… fiel a su época, en este film gana ella, por lo que se casan, demostrando que él a pesar de lo vividor es un hombre de palabra (y honor) y que por ella (la mujer inocente y recatada) dejará a las demás, a aquellas mujeres con las que uno puede acostarse pero no casarse. El mensaje estaba claro ya desde aquel entonces (como ya lo estaba en la mitología popular).
La inocente mujer común, ante la falta de un amante esposo, ya sea por viudez o soltería, podría sufrir una serie de males físicos (o psicosomáticos). En "Love me tonight", Jeanette MacDonald es una viuda que se desmaya constantemente y padece de una extraña enfermedad, cuyos síntomas la aquejan, sin saber ella por qué, especialmente en la soledad de la noche, ante el recuerdo de su fallecido marido.
"Baby Face" (1933) protagonizada por la Stanwyck es la última película que muestra actitudes completamente abiertas hacia la sexualidad y que comenzaron en los veinte. Después de aquel año, las exigencias de la censura aumentaron su presión sobre los estudios, por lo que éstos modificaron sus películas, y con dicha modificación, cambiaron también ciertos aspectos de los roles masculinos y femeninos.
La depresión, que se inició el año 1929, mostró signos de recuperación sólo a partir del año 1933 y modificó las actitudes de los espectadores, las ollas comunes y el hambre ajustaron en cierta medida la escala de valores, el público empezó a no aceptar un enfoque tan irresponsable ante el sexo y las relaciones de pareja. Empieza, por tanto, una nueva edad de la inocencia. Las actrices que empiezan a destacar son niñas o adolescentes de la talla de Shirley Temple, Judy Garland y Elizabeth Taylor. Por ejemplo, en medio de todo este período la película más taquillera de 1937 fue el dibujo animado Blancanieves.
El modelo femenino que se recalcaba en las heroínas era el de las mujeres comunes y normales, las hijas de cualquier vecino, alguien con quien coquetear para luego casarse, la atracción sexual se recalcaba en la apariencia y belleza física, y no en la actitud o los comportamientos seductores o prosexuales. La segunda guerra mundial acaba con esta edad de la inocencia. Sólo una de las representantes del modelo inocente femenino de este período seguirá siendo top y vigente hasta la década de los 60: Elizabeth Taylor, que empezó con un inocente papel en "National Velvet" y llegó a "Cleopatra" siendo una mujer completamente distinta y desenfrenada, cambio que se inició en "Place in the sun".
Sin embargo, junto con estas mujeres comunes y normales, coexistió un modelo femenino en donde se mezclaba la belleza física con la actitud (sin llegar a ser las mujeres pre-33). Vivian Leigh, Greta Garbo, Ingrid Bergman, Rita Hayworth y Claudette Colbert entre otras serán las encargadas de luchar, pero ahora ya no eran del tipo diosas adoradas o vampiresas indómitas, sino que eran de una frialdad aparente que debía derretirse ante la voluntad del hombre, debiendo sucumbir ante los Clark Gable, Humphrey Bogart, por excelencia. Hombres no muy agraciados físicamente, pero con la actitud suficiente para doblegar y someter a sus coprotagonistas por chúcaras que ellas fueran. Eran tan hombres, que no había mujer capaz de resistírseles.
Vivien Leigh - Clark Gable, en "Lo que el viento se llevó" (1939)En "Lo que el viento se llevó" (1939) una de las películas más importantes de todos los tiempos, vemos la lucha entre Vivian Leigh y Clark Gable. Si bien está ambientada en una época anterior, la Guerra de Secesión, expone verídicamente cuál era la visión de Hollywood de la relación de pareja. Por un lado encontramos a la mujer hermosa y sensual (pero no tanto tampoco), que debe preocuparse extremadamente por su físico (debe usar corsé apretado y comer poco), amar a su país, y no tener mucho carácter para poder casarse.Además, la imagen femenina se encuentra firmemente asociada a la procreación, si una mujer no puede dar a luz, podría perder al marido. Entonces Scarlett O´Hara no está de acuerdo con lo que la sociedad le exige: "Para pescar marido hay que hacer tonterías". Se trata de una mujer fuerte y de carácter, por lo que a pesar de su hermosura es candidata a la soltería.
Clark Gable, por su parte es "Rhett Butler" sureño que tiene mala fama, lo echaron de la academia militar, es cliente asiduo de prostíbulos, en la guerra se dedica a comerciar y escandalosamente salió a dar un paseo a solas con una muchacha y no se casó con ella (a pesar que no pasó nada íntimo), por lo que queda claro de que se trata de alguien que no está de acuerdo con los convencionalismos. Es un hombre poco honorable, la consigna de la época y del sur norteamericano de aquella época.
Como buena representante de su época, en esta película se aprecia en el tobillo de Vivian Leigh el término de la ropa interior larga. La lencería, la mujer debía usarla, pero los hombres, sólo en la intimidad del matrimonio podían tener acceso a la vista de ella (y aún no siempre), y cuando Gable comete la imprudencia de verle la pierna y mencionarlo, es tratado como "grosero". Hay cosas que se pueden ver, pero no se las puede mencionar, tal como se queja Gable.
Asimismo, la imagen de mujer es la de aquella altruista que se sacrifica, o lo puede hacer si es necesario, por su familia o por una causa superior a ella (una suerte de "la patria es más importante que los individuos"). Ella es más que una mujer común, ya que se sale de lo prescrito rígidamente en las pautas sociales como "el comportamiento correcto de una mujer", pero sin embargo, como se trata finalmente de una mujer, hay cosas (muchas) que no puede realizar, por lo que debe obtener la ayuda de un hombre, especialmente de un hombre que esté dispuesto a llegar más allá de lo que estarían los hombres comunes. Siempre termina Gable rescatándola de los problemas y ofreciéndole pañuelos. El hombre, como tal, debe ser un caballero para algunas cosas, pero cuando él la besa, sin su consentimiento expreso, él no es un caballero. Se trata de un hombre que vive con un concepto del honor y del bien distinto al establecido socialmente, y de una mujer que es inconsecuente.
Si bien ella tiene éxito con los hombres y se casa dos veces (la primera no consuma el matrimonio y en la segunda solamente tiene relaciones con el marido una vez), solamente se enamora de un hombre que está enamorado de otra, por lo que es un amor imposible y de Rhett Butler, quien no cae en su juego y termina dominándola (a modo de la fierecilla de Shakeaspeare). Los hombres necesitan mujeres más débiles para reafirmar su hombría, salvo él, que es tan masculino que la derrota. "Sinceramente querida -dice al final cuando la deja- me importa un bledo".
Para una mujer atípica, un hombre sin honor.
Coetánea a "Lo que el viento se llevó" es "Ninotchka", uno de los films clásicos de Greta Garbo, en donde ella encarna a una agente rusa (ex sargento de la primera guerra mundial), una mujer inexpresiva, fría y escueta, que se siente un pequeño engranaje de la revolución.
Como contraparte Melvyn Douglas es "León" un soltero vividor, playboy de los años treinta y de alta alcurnia a pesar de premuras económicas. Un hombre que vive en el filo de la navaja entre el honor y la sinvergüenzada, entre ser un Don Juan o un gigoló.
Nuevamente es el varón el que debe tomar la iniciativa para doblegar la voluntad de su compañera. En este caso, debe derretir la frialdad glacial de la Garbo. El modelo de rol femenino de la mujer que no es dueña de casa de la época: para triunfar en un mundo de hombres, debe despojarse de su corporalidad para ser una igual en el plano espíritu-intelectual. Como al fin y al cabo se trata de una mujer, débil por naturaleza,  la defensa de la despersonalización del cuerpo será inútil cuando aparezca el hombre indicado, experto conocedor de las artes amatorias y de los puntos débiles de la coraza femenina. La mujer podrá resistirse un poco más o un poco menos, pero desde el principio sabrá de la inevitabilidad de la derrota: ella sucumbirá ante él. El comienzo del fin de la frialdad comienza cuando él logra que Ninotchka se ría de unos chistes que él le contó. Él la derrite. Ella se compra un sombrero que vendían en el hotel y se lo prueba y luce en secreto y para callado, se siente por primera vez en su vida lujuriosamente femenina… el sombrero le produce un placer casi fetichista. Sin embargo ella debe regresar a la Unión Soviética, pero está cambiada de manera definitiva. Como a él no lo dejan entrar, hace que una nueva misión económica en Turquía sufra percances, y cuando la mandan a ella se reencuentran y él la obliga a quedarse. Él dictamina el final.
Otra película exitosa de esta década es "Sucedió una noche" ("It happened one night"), también ilustra claramente (incluso expresa y metafóricamente) la inutilidad de la defensa femenina ante la inevitabilidad de la sumisión frente a los requerimientos masculinos.
Nuevamente se presenta a Clark Gable ("Peter") en sus roles de hombre sobre protector, vividor y experimentado. Claudette Colbert ("Ellie") es la contrapartida, una mujer hermosa, rica heredera, malcriada, que quería ser independiente pero era indefensa e ingenua.
Con una protagonista que en un principio es inocente sexualmente y recatada, al transcurrir del viaje hacia New York, va aprendiendo de Peter las cosas de la vida, tales como pedir favores en vez de pagar por servicios, cómo hacer dedo (aunque ella con mostrar sus piernas lograba mejores resultados), y el compartir piezas de moteles para abaratar los costos (él ponía una frazada en medio de la habitación a modo de biombo, eran "las murallas de Jericó").
Una noche él abre su corazón y le habla de todos sus sueños e ideas para el futuro (la típica casita blanca idílica norteamericana, los hijos, etc.), en el fondo, los hombres, por muy vividores, rudos y poco cariñosos que sean, tienen sentimientos, emociones y quieren establecerse seriamente. Esto, obviamente no sucede de la noche a la mañana y sin motivo, para que el hombre de esta época muestre su lado sensible es necesario que una mujer lo "ablande" y saque el consabido eslogan: "En el fondo los americanos son dulces".
Todo termina en un motel, en donde los dueños conversan de la extraña pareja que llegó a alojar y les pidió una trompeta de juguete. Luego, suena una trompeta y al interior de una habitación, una metafórica muralla de Jericó cae.
Las actrices fuertes de carácter de los treinta producirán una gran influencia en las mujeres de la época, las cuales deberán asumir un rol protagonista en las actividades industriales y productivas que la segunda guerra mundial les exigirá. Y serán estas las mujeres que inspirarán un par de años después a los soldados a pelear y a ganar, para casarse con lashijas del vecino.
1940-1949:
La segunda guerra mundial fue un evento que trascendió a todos los ámbitos de la vida norteamericana y mundial. El cine, ciertamente, no estuvo ajeno a la influencia de los eventos históricos. El hombre debía ser un héroe con las armas y en la vida, y las mujeres debían ser fuertes para apoyar a sus hombres en las cosas que ellos debían hacer.
Se produce un resurgimiento de los modelos femeninos anteriores a 1933, por un lado la mujer buena e inocente, por otro las vampiresas o las diosas.
La mujer buena y fuerte estaba perdiendo terreno y protagonismo y pasa a ser un objeto inocente de estos hombres que han vuelto de la cruda guerra. Los hombres mantienen y acentúan el estereotipo de rudos y feos, Gable y Bogart siguen siendo los dos actores más reconocidos. La mujer es un objeto de conquista para estos guerreros, un trofeo por las actividades de la guerra, o la princesa que cae rendida a los pies del caballero que la rescata.
Como los hombres debían irse por años a la guerra, dejando atrás esposas, novias, el tema de la infidelidad se torna como eje central de muchas de las películas de esta época.
En 1940 apareció "Historia de Filadelfia"[1], en donde el padre de Katharine Hepburn ha tenido un desliz con una bailarina, y pone de manifiesto la existencia de una doble moral para hombres y mujeres, cuando dice, al ser enfrentado por la hija: "tu madre es sabia, comprende las cosas… …las esposas no se dan cuenta que los líos de sus esposos no tienen que ver con ellas".
Asimismo, en esta época se empieza a hablar, de manera solapada, de otras posibilidades al matrimonio monogámico (eterno), se habla de la separación, o de la convivencia.
Katharine Herpburn representa un papel de una mujer que más que ser una amante esposa, es una diosa, una reina o una alta sacerdotisa a la que hay que reverenciar. Sin embargo, a fin de cuentas se trata simplemente de una mujer, por lo que se da cuenta de que ha estado en una posición equivocada, que quiere vivir la vida de manera más excitante, que quiere mostrar sus sentimientos. "No quiero ser adorada, quiero ser amada".
La segunda[2] versión de "Sangre y arena" (1941), plasma el resurgir de la eterna contienda: inocencia versus vampirismo.
Por una parte está Linda Darnell ("Carmen Espinoza"), cariñosa, tímida y religiosa, mujer enamorada de Juan desde la infancia y cuando éste era un desconocido. Por otra parte está Rita Hayworth ("Doña Sol"), una mujer muy sensual y desinhibida, progresista y voluble, que decide conquistar y dominar a Juan, el más valiente y mejor torero de España (el más macho), cosa que realiza inescrupulosamente, a pesar de que sabe que se trata de un hombre casado.
Sin embargo, lejos de ser culpado el marido o la amante por la situación, sí lo es la esposa, abiertamente la culpan: "va a otra mujer porque su propia mujer no es nada. Si al menos le diera un hijo o dos". Así y todo, Carmen, la abnegada esposa lo defiende más allá de cualquier atisbo de amor propio: "digan lo que quieran de mí, pero no quiero oír ni una palabra en contra de Juan". El mensaje es claro: tu marido o novio va a ir a la guerra, o al trabajo, y puede que conozca a otras, pero te será fiel sólo si tú le das lo que él quiere o necesita.
La imagen de la mujer debe de estar en uno de los puntos más bajos de la historia del cine cuando la madre de Juan le pregunta a Carmen (su nuera) a quién le reza cuando él está en el ruedo y Carmen le responde que a la Virgen. Entonces la madre sentencia: "La virgen no es más que una mujer… y las mujeres pueden hacer tan poco, ahora le rezo a un Dios hombre… Jesús".
La mujer buena, debe ser capaz de darlo todo por su hombre, incluso debe ser capaz de rebajarse por él. Es así como Carmen toma la decisión de ir a pedirle a doña Sol que le devuelva al marido, se humilla diciéndole que es una mujer simple, y que él es el único hombre que ha tenido, a diferencia de ella, que puede tener al que quiera. Doña Sol camina hasta una puerta y dice "¡Ája toro!" mientras golpea con un pie el piso, y en ese momento Juan simulando un toro se acerca, mientras ella le hace un pase. Se detienen y se besan delante de la esposa. Rita Hayworth había dominado al torero. La vampiresa debe de hacer gala de su triunfo.
A pesar de eso, la esposa fiel, ama incondicionalmente a su marido pese a la infidelidad, y cuando aquel es abandonado por su amante y decide volver con su esposa, ella lo acepta inmediatamente de vuelta, pero muere en el ruedo instantes después. La fatalidad es el sino de los grandes amores.
Juan Gallardo representa una figura clásica de la tragedia, un hombre destinado a ser destruido en un conflicto entre el amor y la lujuria.
Rita Hayworth continuó con su fama de femme fatal en "Gilda" (1946), con Glenn Ford, en donde eran un par de ex amantes que se encontraban cuando Johnny Farrell (Ford) es contratado por el propietario de un cabaret y actual esposo de Gilda.
Al fallecimiento del marido, Johnny se casa con Gilda, pero para mal de ella, él no consuma el matrimonio y rehusa a hacerlo como manera de castigarla y vengarse por todo lo que le fue infiel a su marido fallecido. Además, toma toda una serie de medidas gangsteriles para asegurarse que no le sea infiel con ningún hombre por más que lo intente. Al carecer de una contraparte femenina más sumisa, Gilda debe ser domada.
Aclamada como la mejor película del siglo, "Casablanca" (1942), nos muestra a Bogart en su papel más conocido, "Rick" el apátrida dueño de un bar en Casablanca en los inicios de la segunda guerra mundial, en donde se reencuentra con Ilsa, un antiguo amor.
Rick, de acuerdo con el prefecto Renault "es la clase de hombre que si yo fuera mujer y lo conociera, me enamoraría".
Rick e Ilsa se reencuentran de noche en el bar, y ella le explica por qué lo tuvo que abandonar. Se presenta nuevamente el triángulo amoroso en donde al menos uno de los protagonistas debe elegir entre el amor y el deber. Ilsa en su momento eligió el deber. Ahora, en cambio, está un tanto arrepentida y dispuesta a rehacer su elección y optar por el amor e irse con Rick, sin embargo éste, conociendo la importancia del marido para la causa aliada, y lo relevante que para él es el apoyo de Ilsa; decide por ella: "el deber". Le da los pasajes: "Ahora puede que no te arrepientas, pero créeme, algún día te arrepentirás de no haber subido a ese avión", y ella acepta la decisión de Rick. Se irá en el avión con su marido y dará lugar a otra escena célebre cuando los dos varones que restan en tierra, Renault y Rick, celebrarán el comienzo de una larga amistad.
Nota del editor: ¡continuará!, como buen ensayo sobre el cine, en próximas entregas en esta página. ¡No se las pierda!
[1] Después tuvo una segunda versión "Alta Sociedad" con Frank Sinatra y Grace Kelly.
[2] La primera fue protagonizada por Valentino y la tercera por Sharon Stone.



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